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Sueño en apariencias con perla

Somos artistas de sueños.

Abandonamos mundo para entregar realidad a una mente latente.

La página en blanco amalgama eventos últimos con musicales con fondo ígneo.

Resuenan pasos y quimeras y de fe se llenan bancas y escuelas con el eco dándonos tiempo.

Somos ya vibración grupal que acampa en tierras cada vez más ignotas con sabor a problemas y conjeturas.

Ahora son gigantes las rémoras y las batallas son con símbolos y signos de la admiración y confusión que relajan el entendimiento.

Me quedo entre emociones y pasiones que racionales inauguran vírgenes zonas de la inteligencia que comienza a buscar las profundidades del yo y del no yo. Nace el otro.

Y entonces llegaron ellas.

Dueñas del sí y del no, orgullosas y envolventes, perfectas e inocentes, propietarias de una segunda realidad que sueña la realidad primera y la embosca.

Agazapadas, como hipótesis nula, como aquella destreza buscada no conseguida, hunden el perfil de los sueños con la música angelical de la sonoridad distante.

Acostumbradas al doble juego —divisionismo, dialéctica—, la bifurcación de la novela de vida adquiere naturalización de realidad y se hace cargo del sentido.

Ahora líneas y cuadros son círculos y mapas y se teje con el sueño esa irrealidad que es tan real porque nubla la vista en un trueque entre las cosas y sus majestuosas franelas de palabras.

Aterciopeladas y divinas, recogen esencias y centran la angustia del lector en la ruptura violenta donde cada voz resuena dentro, en el laberinto íntimo, y fuera, en miradas y preguntas que se hacen lenguaje coloquial. Nacen los otros.

Perlas de la univocidad que no se llenan ni de estrellas, firmamentos, ciudades ni calles sino de charcos, de lágrimas, del regreso al astro yo, al tonto yo, recogido entre mis otros yo y el número infinito de muchos como semejantes.

Entre un ritmo así los tonos se hacen cielos y las notas dioses que se reflejan en la almohada moderna, llena de mí, abultada de los míos y soportada por el tedio.

Mis perlas son apariencias de su propio color y llegan aparejados los sueños que me traen al hombre del orgullo sereno de servirse de sí mismo y de su irreal mundo.

Espectáculos que hacen vernos payasos y sombras de un corte irreal pero que se vive como la realidad y porque nos duele se pierde en el abismo del sueño prestado.

Mi correo es ricardocaballerodelarosa@gmail.com

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