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Secretos

El mundo es de secretos.

Cada secreto jamás deja de serlo, en primer lugar para quien lo descubre o siente o describe en su revelación y tersa manifestación.

Otros lo verán y podrán descifrarlo, comprenderlo, extasiarse con sus atributos y su núcleo, corroer sus verdades y expresarlas de modo nuevo o extinguirlas en sacro olvido. El secreto permanecerá como motivo de otro tal, secreto de secretos.

Escribirlos es deseable para mantener su irónica presencia y su inagotable explosión entre conciertos y músicas.

Luego como nubes y mármoles y piezas ostentosas se muestran sin explicarse. Nunca un secreto tiene causas ni argumentaciones sino efectos, golpes de fe, impactos.

Total y absoluto acto de fe: se usa y fragua en palabras que no se sabe cómo serán entendidas, sopesadas, si queridas o despreciadas, malogradas, dañadas o desmentidas. Los efectos son fragmentos de un silencio de mundo dado a conocer por quien escribió.

Todo secreto transcrito en su revelación clama fidelidad, pide ser fiel a aquello que fue sacado del silencio por una partitura quizás viva, torpe, enjuta o miope.

Secretos de alguien, de todos, de muchos, insatisfechos o brutales, increíbles o desdeñosos, pero en cuyo silencio hay la transparente verdad del suceso revelador.

Secretos en que la cura de pasiones los entrega a la verdad, que haga de vacío, de silencio, de muda expectativa, donde puedan aposentarse y desfigurarse, transfigurarse, recrearse, domesticarse o rebelarse.

Secretos que se ofrecen con pasiones en suspenso y vanidad retenida.

Secretos de formas que se conforman en esta fidelidad que excluye enclaves y ruidos y aconseja el pulcro sentido del ser fiel a lo que estuvo en el talante de quien lee, en sus silencios secretos, en su corazón atrapado, en su historia, en sus valores e interpretaciones, en la narrativa de una existencia que a secretos se abre y nos inunda para engañarnos.

Mi correo es ricardocaballerodelarosa@gmail.com

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