Puebla para los poblanos, una máxima que invariablemente se queda a medias, frente al saqueo político que morenistas, priistas y panistas han ejercido sobre esta gran capital.
En este 492 aniversario de la fundación de Puebla, la Angelópolis atestigua estoica el paso rapaz de quienes la han tomado como rehén de los cotos de poder y de los intereses económicos que rigen la disputa por el control de una capital, cuya grandeza sigue estando en su gente.
La Puebla colonial preserva sus tesoros frente a la irrupción e invasión de los negocios amparados en la complicidad entre delincuencia y autoridades municipales.
La Puebla de hoy conjuga su modernidad con los grandes negocios forjados a la sazón de los empresarios lavanderos de recursos.
Puebla y estos 492 años nos recuerdan la solidez de una megalópolis donde la narrativa se mira desde las historias de sus ciudadanos y no desde la mediocridad de políticos que ni poblanos son y la gobiernan o sueñan con gobernarla.
En esta ciudad hemos presenciado el arribo y desplome de muchos personajes que siguen tejiendo las redes de la intriga, para ver si con ello, logran la candidatura de la capital.
Gobernar Puebla siempre implicará un reto de doble filo, pues la poblanidad nos reviste de una natural inconformidad frente al deterioro que en las últimas décadas ha golpeado a nuestra ciudad.
Gobiernos van y gobiernos llegan tiñendo a Puebla de una frágil militancia que dura 3 años, no más. Quizá de ahí el intento de quienes ven en la reelección esa oportuna posibilidad de prolongar las prebendas y los negocios que hoy se hacen en nombre de esta gran capital.
Que la Puebla de estos 492 años nos obligue a defender el origen, las raíces y la historia de una gran capital ausente de tintes mojigatos o de falso progresismo.
La ciudad de Puebla es el baluarte en la defensa de una poblanidad que nos lleve a rescatarla frente al oportunismo barato de los políticos de medio pelo que con comer una cemita se sienten más poblanos que un camote.
Puebla es y seguirá siendo de los poblanos que amamos a esta gran ciudad golpeada por el narcomenudeo, las desapariciones, los feminicidios, la corrupción y la obsesión de los saqueadores de la política.
Y sin embargo, Puebla seguirá de pie.
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