Soy solo ojos de más.
La nimia mirada extraviada.
El centro de la vista de cada totalidad.
El resultado del vuelco en la expansión del ver.
Nunca mi mundo acabó ahí
en la pocilga de un solo sentido
o en la línea recta servicial unívoca
que desemboca en la nada.
No. Jamás me doblegué a la opinión.
No. Nunca masturbé a la conciencia única.
No. No logré agotar sueños y deseos.
No. La ambición fue la totalidad caminante.
De entonces al día que me lees
ojos han naufragado los dedos
ojos han andado paso a paso la realidad
ojos han bebido de fuentes inagotables.
Tengo los cantos que miran al cielo
el tacto que mueve lengua y paladar
lo humano que se lleva cada soledad
los astros que dan al poder sus éteres.
Cuento también esos ojos que me ven
las tiaras que buscan el alma y la fe
los retos que indagan fortaleza y mesura
los brotes de la naturaleza muerta.
Están sin duda los toques del suelo
la tierra pisada por muertos y fantasmas
el celo del que busca el nuevo fanal
ungiéndose ritual y magia e invocación.
Todo torna el singular mapa de ojos
aquellos que simultáneamente oran dentro
los que disipan columnas externas
los que unen con la piel las pieles ajenas.
Ojos que me liman desde el interior.
Llagas que laceran desde el exterior.
Juntura que al evolucionar involuciona
ante el cuerpo de saberse ojos de más.