Los principales perpetradores son las parejas sentimentales o personas cercanas a las víctimas.
En esta sociedad machista que sigue considerando a la mujer como una posesión; por más leyes, protocolos y alertas de género que existan en los estados, desafortunadamente los feminicidios o femicidios, como también se les nombra, continúan ocurriendo con mayor intensidad.
Un fenómeno social que viene ocurriendo desde hace décadas. Como referencia están los casos de las muertas de Juárez, cuyas principales protagonistas eran trabajadoras de la maquila y prostitutas. Actualmente cualquiera está expuesta.
En lo que hace a Puebla según datos de la Fiscalía General del Estado se registraron 25 muertes violentas de mujeres en el primer semestre de este año, el mes con mayor incidencia fue mayo con siete casos. Esto significa que no bajan los feminicidios.
Los principales perpetradores son las parejas sentimentales o personas cercanas a las víctimas. Y es que, en este tipo de delitos, debido a la multiplicidad de factores como: la impunidad, una deficiente coordinación entre instancias y organismos para la búsqueda de personas, y el tortuoso sistema legal para denunciar, investigar y castigar los hechos, juegan en contra de los procesos y se afecta a los familiares de las víctimas. En este contexto, es pertinente compartirles un fragmento del libro: El Invencible verano de Liliana, publicado en 2021, cuya autora es hermana de una chica víctima de feminicidio, me refiero a Cristina Rivera Garza, ganadora del Premio.
«LILIANA RIVERA GARZA, quien fue asesinada el 16 de julio de 1990 en la Ciudad de México (Calle Mimosas 658, colonia Pasteros, Delegación Azcapotzalco). Le escribo para solicitarle una copia completa del expediente de investigación que en su momento correspondió al acta de Ministerio Público: 40/913/990-07. En caso de que necesite más información, por favor, no dude en comunicarse conmigo a las siguientes direcciones. Atentamente».
«Hay una remota posibilidad de recuperar el expediente, le aclaro a Sorais, después de tantos años. Veintinueve, añado, veintinueve años y tres meses y dos días. Guardo silencio otra vez. Las cosas son tan difíciles a veces. Pero quedaron de tenerme una respuesta hoy”.
Lo anterior refleja la impunidad que se maneja para dar con los responsables y castigarlos.
Tenemos entonces: hombres que no quieren pagar una pensión, hombres posesivos y dominantes, hombres que distorsionan la realidad y su entorno al tener relaciones sentimentales y sexuales fuera de contextos “sanos” por llamarlos de alguna manera.
Entiendo que esto entra en el terreno de lo personal y que cada quien vive su sexualidad como mejor le parece; sin embargo, podría ser un detonante en la psique de aquellos individuos que practican la llamada asfixia erótica, que consiste en obstruir en cierta medida la respiración de la pareja o la propia para obtener placer sexual.
Y como dije en párrafos anteriores, a las cosas hay que llamarlas por su nombre y también atreverse a señalarse como posible factor. Considero que no es casualidad que una importante mayoría de las mujeres víctimas de feminicidio, hayan muerto –según el parte médico- por asfixia mecánica. Es decir, quienes deciden practicar esta clase de sexo, ejercen su plena libertad, aquí el tema es que cuando una chica sale a divertirse sanamente una noche y nunca regresa a casa porque fue atacada por algún hombre que cortó de tajo su vida, es que algo muy podrido nos está sucediendo como sociedad.
Esperamos que organismos como la Fiscalía General del Estado, Instituto Poblano de las Mujeres, Servicios de Salud del estado y el DIF estatal, quienes han recibido un significativo presupuesto público para la atención de los casos de violencia de género, los hayan aplicado como indican las Reglas de Operación del Programa de Fortalecimiento a la Mujer Poblana en Situación de Violencia, que inició en octubre de 2022.
En este contexto, vienen a mi mente, otras reflexiones para las cuales no tengo respuestas; por qué no se atienden como se debiera, qué poderes delincuenciales se trastocan para no llegar a lo más profundo de los casos y castigarse en forma pronta y expedita. Que hay más atrás de todo esto, lo intuimos, pero nuestra voz se apaga, porque entre otros factores, no nos atrevemos a llamar las cosas por su nombre y alzar la voz.
Comentarios: @marumora7