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Así celebran el solsticio de invierno en el mundo

Durará 88 días y terminará el 20 de marzo de 2022 con el comienzo de la primavera

El invierno astronómico comienza a las 16:59, hora peninsular española, marcando la noche más larga del año en el hemisferio norte (y el día más largo del año en el hemisferio sur). Durante unos días antes y después del solsticio, la trayectoria del Sol por el cielo parece detenerse; de ahí el nombre de este fenómeno astronómico (del latín solstitium derivado de sol y sistere “permanecer quieto”).

Esto ocurre porque la Tierra gira inclinándose sobre su eje como una peonza (un cuerpo que puede girar sobre una punta sobre la que sitúa su centro de gravedad de forma perpendicular al eje de giro) en un ángulo que determina cuánta luz recibe cada región del planeta en un momento de su órbita. La nueva estación durará 88 días y terminará el 20 de marzo de 2022 con el comienzo de la primavera.

Ansia de luz

Desde tiempo inmemorial, los solsticios han ido asociados a cultos solares y ritos de fecundidad. Las danzas en las hogueras expresan el anhelado regreso del sol. Y tras los alumbrados callejeros, las velas navideñas o la Janucá judía se esconden antiguos conjuros para invocar a la luz. Los romanos festejaban el solsticio de invierno —y su promesa implícita de renacimiento: el momento en el que los días cada vez más cortos vuelven a alargarse— con las Saturnales, que se celebraban entre el 17 y el 24 de diciembre con grandes banquetes, disfraces e intercambio de regalos, y donde se invertían los roles sociales: los amos servían a los esclavos y los esclavos a los amos.

Mascaradas de invierno

En España el ansia de luz se refleja en las mascaradas de invierno, como las que se celebran el 26 de diciembre en varios pueblos de la provincia de Zamora, con personajes esperpénticos como el Zangarrón de Sanzoles, la Filandorra de Ferreras de Arriba o el Tafarrón de Pozuelo de Tábara; fiestas como Els Enfarinats de Ibi (Alicante), el 28 de diciembre, inspirada en las saturnales de la antigua Roma, o el Guirria de Beleño, cada 1 de enero en el concejo asturiano de Ponga.

Foto: Stonehenge abrirá la mañana del 22 de diciembre con estrictas medidas anti covid.

Hadas y Druidas

El solsticio de invierno también actúa como un imán para iluminados, newagers, neojipis, druidas y curiosos, que suelen acudir a cientos al círculo megalítico de Stonehenge, el misterioso anillo de monolitos de piedra que se alza en la llanura de Salisbury, al sur de Inglaterra (a unos 150 kilómetros del centro de Londres). Construido entre finales del Neolítico y principios de la Edad del Bronce, hace unos 5.000 años, sus estructuras están alineadas para marcar la salida y la puesta del sol durante los solsticios de invierno y de verano, señalando así el inicio del tiempo de la siembra y de la cosecha. Stonehenge abrirá la mañana del 22 de diciembre con estrictas medidas anti covid.

La magia del sol se repite en otros monumentos megalíticos, como el sobrecogedor túmulo funerario de Newgrange, en Irlanda, 500 años anterior a las pirámides de Egipto, donde los rayos del sol naciente inundan de luz la cámara funeraria durante 17 minutos, o el crómlech o círculo de piedras de Castlerigg, en Keswick (Inglaterra), con los hermosos collados de Cumbria como telón de fondo.

El 21 de diciembre, el sol penetra en el tenebroso interior del tholos (cámara subterránea circular) de El Romeral, uno de los tres megalitos del conjunto arqueológico dólmenes de Antequera (Málaga). Este fenómeno mágico se repite en el vecino dolmen de Menga durante el solsticio de verano, cuando su orientación hacia el noreste (mirando a la Peña de los Enamorados) provoca que los rayos del sol lleguen al amanecer hasta las losas de su lateral derecho.

Tierra de faraones El sol se eleva detrás del templo de Karnak, en Luxor, durante la alineación del amanecer del solsticio de invierno con la Gran Avenida de las Esfinges, que conecta el templo de Karnak, consagrado al dios solar Amón-Ra, con el de Luxor. Y en la ribera occidental del Nilo, los colosos de Memnón, dos gigantescas estatuas de piedra que representan al faraón Amenhotep III situadas en la ribera occidental del Nilo, están perfectamente alineadas con el orto solar.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2021/12/20/viajero_astuto/1640027600_392796.html
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