Esta es una reflexión del científico español, Antonio Fernández-Rañada, que surgió de su trabajo cotidiano. Seminarios, reuniones, conferencias, largas horas de conversaciones con colegas son el producto de este libro: “Los muchos rostros de la ciencia”, en la que nos da las razones por las que debemos ver la ciencia con una postura multidimensional, entendiendo que se puede hacer ciencia sin separarnos del humanismo.
“Se discute a menudo, si la ciencia es o no parte de la cultura, pero se hace en un tono menor, como si la cultura fuese sólo lo que hay que saber para brillar en reuniones sociales, pero nadie puede llamarse culto si no sabe nada de Einstein o Darwin, en la misma medida que si ignora todo sobre Cervantes o Velázquez”, afirma el autor.
Dice que la visión unidimensional de la ciencia, la ha alejado de los jóvenes y de la sociedad en general, cuando es una disciplina que por razones de esencia forma parte de los seres humanos. El hombre por el sólo hecho de serlo, no puede dejar se hacerse preguntas, permanentemente, del mundo que le rodea. Esto le ha permitido hacer grandes descubrimientos y avances.
Desde la perspectiva multidimensional, cito textual: el hombre “siente el esplendor del mundo como un misterio a fondo. Todo esto le incita a hacerse más y más preguntas, una de ellas con mil caras, la ciencia. El resultado de mirar a las cosas, sentir la sorpresa, preguntarse y ver. Por eso es inútil, hoy, concebir una visión del mundo desde fuera de la ciencia, ignorando los hechos que ha descubierto o las relaciones que ha establecido sobre la materia, el universo, la vida o el hombre”.
En la ciencia también hay razones estéticas. El autor nos dice que existe una estrecha relación entre ciencia y belleza, producto de las leyes de la naturaleza, como sucede en las teorías de la dinámica, la evolución, la relatividad o la cosmología. Él encuentra un paralelismo entre la ciencia y el arte. Son dos visiones o respuestas ante el mundo pero que se asemejan porque diversos talentos nos las explican a través de obras que son estructuras complejas que buscan la comunicación.
Por otra parte, los retos y desafíos que siempre está planteándose el ser humano en la búsqueda de nuevos horizontes, será una necesidad del hombre mientras exista como especie. La ciencia es una de las formas para hacer patente y real esa proyección que hacemos hacía el futuro, una condición que está por demás decir, profundamente humana.
También nos dice: “superar retos, es uno de los motores más eficaces del proceso de humanización, lo es también el desarrollo científico”, por lo que la visión multidimensional de la ciencia -a través de la educación- debe estar enraizada en la cultura al ser un elemento esencial de cualquier concepción.
El sistema educativo debe empujar una postura incluyente en la que todos conozcamos las ideas básicas de la ciencia para integrarlas en la cultura, en la misma medida que ocurre con el arte, la literatura, la psicología y otras disciplinas.
En resumen: la curiosidad, las ganas de comprender el mundo, sentir su armonía, el ansía de conocimiento y sabiduría, superar retos, contestar preguntas de las que aún hoy no tenemos respuestas, son elementos comunes de los grandes hombres de ciencia. El reto es hacer que converjan el método científico y el de las leyes naturales del hombre. La solución de muchos problemas de la humanidad, necesita de la ciencia, pero también necesita de justicia, de solidaridad, de una visión menos egoísta, y eso, solo puede hacerse desde una perspectiva unidimensional, dice el autor.
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