Más allá del teatro, Lo que queda de nosotros toca una fibra universal: nuestro vínculo con las mascotas.
Hay obras que te tocan, otras que te mueven… y Lo que queda de nosotros simplemente te atraviesa.
Este montaje —que puedes ver los sábados a la 1:00 p.m. en el Teatro Ofelia de la Ciudad de México hasta el 29 de noviembre— es una joya escrita por Alejandro Ricaño y Sara Pinet, traída de vuelta con un elenco que logra lo más difícil en el teatro: emocionar sin pretensiones, conmover desde la verdad.
Tuve la oportunidad de vivirla con Luis “El Guana” y Fátima Favela, aunque también alternan funciones Carla Adell y Mario Monroy.
Desde que vimos a Guana en obras como La obra que sale mal y Toc Toc, sabíamos de su energía escénica y su capacidad para conectar con el público, pero aquí se supera a sí mismo: interpreta varios personajes con una naturalidad y ternura que desarman. Su capacidad para pasar del humor a la nostalgia en un solo gesto es, sencillamente, conmovedora.

Por su parte, Fátima Favela —a quien recordamos por sus actuaciones en El insólito caso del señor Morton y Los que sobran— entrega una Nata profundamente humana, una adolescente quebrada por la pérdida que busca reconstruirse mientras intenta entender el amor, el abandono y la culpa. Su interpretación sostiene la historia con una honestidad que traspasa y deja huella.
La trama alterna las voces de Nata y Toto, su perro, su familia, su todo. Desde ambos puntos de vista, la obra nos lleva por los caminos del duelo, la resiliencia y la esperanza, recordándonos que la vida siempre encuentra la forma de continuar, aunque duela.
Más allá del teatro, Lo que queda de nosotros toca una fibra universal: nuestro vínculo con las mascotas.
Ellos nos aman sin condiciones, y la idea de perderlos —o peor aún, abandonarlos— duele profundamente. Esta historia nos recuerda que nunca debemos abandonar a nuestros amigos peludos; y si alguna vez la vida te obliga a separarte de ellos, hazlo con responsabilidad, buscando una fundación o familia que les dé el amor que merecen.

Ojalá pronto este proyecto crezca, quizá en un formato más grande o con un elenco extendido, porque su mensaje lo merece. Pero mientras tanto, háganse un favor y vayan al teatro.
Lleven pañuelos, porque van a llorar, pero también van a salir con el corazón un poco más lleno.
Tip de amigo: Los jueves en Ticketmaster hay 2×1, así que no hay pretexto.
Vayan, siéntense, respiren, y dejen que Nata y Totó les recuerden que el amor, incluso cuando duele, es lo que realmente nos queda de nosotros.
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