sábado, junio 14, 2025
17.2 C
Puebla
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

OTROS ARTÍCULOS

Leyenda de la fábrica La Constancia

Revista Única te cuenta la historia de la primera fábrica textil a vapor y diesel de Puebla.

Hay una leyenda sobre una de las fábricas textiles más antiguas de país, en el año de 1830 se dio una experiencia pionera en el ámbito internacional en la mecanización industrial, con la edificación de docenas de fabricas textiles, la mayoría de ellas dotadas de grandes espacios arquitectónicos, una compleja infraestructura hidráulica y equipo productivo moderno para su tiempo, entre los cuales se encuentra La Constancia Mexicana segunda textilera artesanal y primera textilera a vapor y diesel y El Mayorazgo que fue la primera textilera artesanal, y la Covadonga, estas tres de gran arraigo en Puebla.

En el año de 1831, se realizó una Junta para promover la industrialización de las principales ciudades del país pero eran tan utópicas que se decían que eran solo un sueño. Los obstáculos mentales hicieron que sus iniciadores con desaliento terminaron abandonando la idea. Excepto don Esteban de Antuñano, quien resolvió emprender por sí solo el reto de establecer una fábrica dedicada a construir hilados y tejidos de algodón; cortó sus relaciones comerciales de importancia en Norteamérica y Europa y destinó todo su capital a la consecución del objetivo pensado.

Antuñano era de origen español pero tenía años radicando en México había llegado a Puebla de los Ángeles donde no tardó en buscar cual sería su proyecto de vida, así que después compró el mencionado molino en la cantidad de setena y ocho mil pesos y empezó a construir alrededor del edificio, recibiendo artesanos extranjeros que ganaban sueldos exorbitantes.

Los gastos consumieron su capital por lo que tuvo que recurrir al Banco del Avío para apoyar su propósito. Este Banco fue establecido por Lucas Alamán con el fin de estimular a la industria. Esteban de Antuñano consiguió de los Estado Unidos maquinaria de 3 mil ochocientos cuarenta husos o rodillos para crear hilos y además un préstamo de 168 mil pesos, de los cuales sólo recibió una parte mientras su proyecto era considerado como absurdo, irrealizable y ruidoso; pero firmemente resuelto a no abandonar la empresa llego a sufrir, en unión de su numerosa familia, la escasez hasta el extremo de no encontrar quien le fiara lo indispensable para la diaria subsistencia.

Para esta odisea Lucas Alamán escribió: “crear una industria fabril desde sus principios en un país donde nunca ha existido es la empresa más grane y de difícil ejecución. ¿Cuántos conocimientos se necesitan reunir, cuantas preocupaciones es preciso vencer, cuantos intereses es preciso e indispensable chocar?»

Esteban de Antuñano trato de activar el envió de la maquinaria y al intento marchó al norte un dependiente, encargado además de contratar operarios. Se embarcó la maquinaria en Filadelfia en julio de 1833 y en agosto de ese año llego a Veracruz donde el señor Del Paso y Troncoso fue el  encargado de recibirla. Este personaje nunca abandono a Antuñano en sus adversidades y le facilitó sin límites sus recursos, pero la llegada de la maquinaria no fue tan pronta y llego a Puebla al cabo de un año. Armada en su mayor parte parecía que nada le faltaba para que empezara a funcionar la fábrica pero los operarios extranjeros, sin ninguna educación y sin la suficiente instrucción, declararon que no se podrían lograr buenos resultados, atribuyendo unas veces a la maquinaria, que se aseguraban era de pésima construcción y otras a la calidad del algodón.

Pero en enero de 1835, se comenzó a hilar en esa fábrica, que con propiedad se llamaba La Constancia Mexicana. Un maquinista se marchó al norte para comprar una nueva colección de máquinas y después de no pocas demoras y dificultades, se embarcó en Nueva York en febrero de 1837. Lamentablemente el barco naufrago cerca de Cayo-Hueso. Volvía el maquinista al norte con la parte de la maquinaria que se salvo, en el bergantín Argos; pero este corrió con la misma suerte perdiéndose lo que se había salvado del primer naufragio. Sin perder la esperanza se dirigió nuevamente a Filadelfia para que se construyera otra maquinaria, para lo que consiguió un préstamo a la palabra y embarcarla pero en Delaware, por increíble que parezca naufrago también este buque en Cayo-Hueso-Alcatraces, perdiéndose por tercera vez la maquinaria.

Parecía que todo conspiraba contra el desarrollo de la industria, más aun con las malas rachas de Esteban de Antuñano quien siguió fiel a su idea e insistió y se construyó de nuevo la maquinaria se puso en camino y aunque sufrió demora por el bloqueo de los puertos por la escuadra francesa, tiempo de armado, consiguió poner movimiento la maquinaria de 7 mil husos y así ser la primera textilera nacional con tecnología de punta y entre las más avanzadas en su tipo a nivel mundial.

El ejemplo de Esteban de Antuñano fue seguido y ha proporcionado a la industria en Puebla un impulso decisivo además de ofrecer el ejemplo de perseverancia en la lucha en contra de lo que se llama mala suerte, que aniquila a los débiles, pero sirve como un acicate de látigo para los fuertes.

@

Te puede interesar: La leyenda del callejón del muerto

Leyenda de la Campana María

Los mitos del martes 13

ÚLTIMOS ARTÍCULOS