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Las 5 sectas cristianas más raras de la antigüedad

Esta semana en los 5 Más… acompáñanos a descubrir algunas partes perdidas de la religión.

Desde sus orígenes la cristiandad acumuló poco a poco una gran cantidad de fieles y sectas, aunque siempre hubo diferencias teológicas entre muchos bandos. También hubo una gran mayoría que mantuvo cierta unidad de pensamiento, dirigida por los obispos de Roma.

Durante su evolución se consolidó como religión oficial en todas las provincias del decadente Imperio romano y surgieron también escritores que desarrollaron la teología de la religión y se defendieron ante las abundantes ideas paganas. El judaísmo es testigo de cómo esta secta se separó de la religión de Abraham y se hizo autónoma.

Aunque las persecuciones de cristianos ocurrieron históricamente, en realidad no tuvieron la magnitud trágica que muchos quisieran creer, sino que fueron, por lo general, asuntos locales y restringidos. Fue durante su formación en los siglos II y III, que en la Iglesia cristiana reinó cada grupo encabezado por un teólogo o sacerdote.

5 sectas que quizá no conocías

Ofitas

Llamados así porque adoraban a las serpientes, ya existían desde tiempos de Jesucristo como una pequeña secta en Egipto. Aceptaron posteriormente el cristianismo; fusionándolo con teosofía oriental, budismo y platonismo. Para ellos la serpiente que ocasionó la caída de Adán y Eva no era malvada sino una heroína que los liberó de una prisión diseñada por el Dios Laldabaoth (hijo del caos).

Este último, se creía un ser único, sin embargo, su madre era nada menos que el eón Sofía (la inteligencia), quien usó a la serpiente para arruinar sus delirios de grandeza e invitar a Eva a comer el fruto prohibido. Durante la ceremonia de la eucaristía sus seguidores liberaban a una serpiente en la mesa de la comunión.

Cainitas

Secta agnóstica que surgió en el siglo II en el este del Imperio romano y cuya característica principal fue venerar a Eva, Caín y a Judas Iscariote. En su versión, el Dios del Antiguo Testamento era en realidad un demonio que había arrebatado el principio divino de los mortales, alejándolos del Dios verdadero. Caín sería uno de los seres primordiales, quien había sido víctima del demonio, mientras Judas guardaba toda la verdad agnóstica de Jesucristo.

Montanismo

Surgió a mediados del siglo II en la región de Frigia, península de Anatolia, actualmente Turquía. Su nombre deriva de Montano, sacerdote pagano adscrito al culto de la diosa Cibeles, convertido al cristianismo y bautizado en el año 155. Montano se declaró poseído por el Espíritu Santo y comenzó a decir profecías en su nombre.

Al poco tiempo se le unieron dos mujeres, Prisca y Maximila, discípulas que también profetizaban. Aunque en aquella época los ‘

«profetas» abundaban, Montano y sus compañeras fueron sobresalientes; se distinguieron por protestar contra la facilidad con que la Iglesia perdonaba los pecados y el modo en que se adaptaba a las exigencias de la sociedad.

Según Montano, con él terminaba una etapa de revelaciones, y tras su muerte vendría el fin del mundo. El montanismo se extendió por toda Asia Menor, alcanzó a Roma y el norte de África. Fue tan grande su influencia que esta secta llegó a organizarse jerárquicamente; las mujeres podían obtener cargos de obispos, presbíteros y diáconos. En su momento llegó a considerarse como el rival más peligroso para la Gran Iglesia.

Basilidianos

Seguidores de Basílides de Alejandría, la secta en realidad había sido fundada en el siglo II por el hijo de éste, llamado Isidoro. Autoproclamado discípulo del apóstol Matías y de un compañero del apóstol Pedro, se extendieron principalmente por Egipto y la península Ibérica. Proclamaban que las pasiones fueran llamadas «apéndices«, una especie de espíritus que tomaban posesión de la psique racional, a la que se les unían espíritus de animales, plantas y minerales, que embrutecían a las personas.

En el mundo helénico del siglo I no se creía que las estrellas fueran divinidades. Los basilidianos creían que existían cinco eones –períodos en los que se encuentra dividido el tiempo de la Tierra desde el punto de vista geológico y paleontológico– principales: la mente, la palabra, la inteligencia o prudencia, la sabiduría y el poder; de estas dos últimas surgían 365 paraísos en orden descendente, que en conjunto formaban el Abraxas; el dios hebreo vivía en el nivel más bajo y creó un mundo ilusorio donde puso a vivir a los hombres. Para llevar el conocimiento y liberarlos envió a Cristo (la mente).

Carpocratianos

El filósofo y teólogo Carpócrates enseñaba que el mundo había sido creado por los arcontes, una casta especial de seres que había esclavizado el alma de los hombres. El alma de Jesucristo, sin embargo, fue la única capaz de vencer las pasiones promovidas por los arcontes para corromper a los hombres. Sólo los iluminados, los carpocratianos, podían llegar a poseer un poder celestial.

Los carpocratianos creían en la reencarnación, y se decía que procuraban tener toda clase de experiencias, incluso la promiscuidad sexual, pues afirmaban que la reencarnación se terminaba únicamente cuando se han agotado todas las experiencias posibles. Alcanzó gran popularidad alrededor del año 155, y se sabe que los carpocratianos veneraban imágenes de Cristo, Pitágoras, Platón y Aristóteles.

Fuente: Muy Interesante.

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Licenciada en Ciencias de la Comunicación. He colaborado para el programa radiofónico Cinco Mujeres y para Revista Única. Me gusta diseñar incluso en mis ratos libres, y soy mamá de cuatro perros salchicha a los que amo con locura, aunque a veces me hagan perder la cordura.

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