Lorena Pineda comparte para las y los lectores de Revista Única la reseña del libro «La tregua» del uruguayo Mario Benedetti.
En ocasiones la vida nos permite conocer a personas que de otra forma nunca se hubieran cruzado en nuestro camino y justo eso nos recuerda esta obra.
La tregua, de Mario Benedetti es sin duda una novela tan agradable de leer por su escritura en forma de diario que hace muy liviana su lectura, además de una trama que es, yo diría, más realista a las novelas de amor que estamos acostumbrados a leer, porque cuenta una historia que pasa, vívida y permitiendo una tregua en el amor.
La obra es muy sencilla nos narra la vida monótona de un hombre adulto viudo y con tres hijos con los que no tiene muy buena comunicación; pero tiene un trabajo estable, un sueldo fijo y un puesto directivo agradable al menos, sin embargo su vida nunca se sintió tan vacía como hasta ahora, pero de vez en vez el destino si así lo quisiéramos llamar, da la oportunidad de emprender un nuevo rumbo sin que medie a veces nuestra voluntad…
Nuestro hombre maduro tiene la oportunidad de empezar a trabajar con personal nuevo asignado y entre ellos hay una joven mujer quien en poco tiempo se convierte en el centro de su atención y le devuelve la chispa de la vida.
Una obra para recordarnos que tan efímera puede ser nuestra vida, el significado de un abrazo o de un beso, la esperanza de que llegue un nuevo día y demostrar nuevamente el amor que sentimos por alguien porque en la realidad todos tenemos miedo de dejar este mundo sin haber expresado el amor que sentimos por aquellos a quienes amamos.
Hoy más que nunca en consecuencia a esta pandemia comprendemos que hoy podemos estar y mañana quizá no, la gente que nos importa puede irse en un instante y dejar consigo un vacío que durará el resto de nuestras vidas.
Pero es justo la misma muerte la que nos hace valorar la vida y el poder encontrar la calidez de un abrazo, la sinceridad de un beso, una mano amiga o relato de café y aquellos pequeños detalles que cuentan tanto para nuestra posteridad, esos detalles que parecieran insignificantes, pero que en su conjunto son los más valiosos, aquellos que forman parte de nuestro ser, de nuestros pensamientos y de nuestras memorias, porque es en realidad lo que sentimos aquello que hace la diferencia del lugar, de la persona, del momento; es aquello que nos hace sentir, que nos hace vibrar, que nos emociona y alegra, eso que más añoramos cuando nos sentimos desconsolados, tristes y abatidos.
Hay que aprovechar la Tregua que nos puede dar la vida y aprovecharla, sin embargo qué difícil es identificar ese momento, y solo darnos cuenta cuando el vacío nos invade aún más cuando puede ser la única oportunidad para recordar la importancia que debemos darle a cada una de las personas que están con nosotros y que nos quieren, porque de forma injusta para su memoria, hasta después de su partida reconocemos cuánta falta nos hacen.