La salud es un muy lucrativo negocio en todo el mundo
En México el tema de las empresas farmacéuticas que vendían o venden a sobreprecio las medicinas a los gobiernos locales sigue siendo un tema pendiente, pese a los candados y cambios que tuvieron que realizarse en el esquema de distribución y compra.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, en 2019, dio a conocer 10 empresas dedicadas a la fabricación, venta y distribución de medicamentos que abarcaban el 80 por ciento de las compras del gobierno, por lo que se dio a la tarea de combatir ese monopolio. Pero, debido al gran negocio que representa, ha sido difícil desarraigar las malas prácticas.
En este esquema del gran negocio que representa la venta de medicina, recientemente los medios de comunicación dieron a conocer que en el Estado de México se encontró un laboratorio clandestino donde hacían vitaminas como el complejo B y otras medicinas para controlar la hipertensión.
Sólo con observar los hechos podemos llegar a una conclusión: en el mejor de los casos, alguien, les suministra el componente activo para su fabricación, pero en este caso, era medicina caduca que sólo reetiquetaban.
Las redes de corrupción involucradas en estos graves hechos, sin lugar a duda, tienen tentáculos de largo alcance. Es ahí donde las autoridades competentes, llámese la Secretaría de Salud, junto con la Secretaría de Hacienda y la COFEPRIS deberían ampliar el personal especializado para dar seguimiento y en su caso investigar hechos como éste y que no se quede en la impunidad, porque detienen a los encargados de cuidar el negocio y los responsables directos nunca aparecen.
Farmaceúticas.
El tema del lucro con la salud, tiene un sinnúmero de historias que pudieran parecer salidas de novelas o cuentos, pero no es así, muchas veces la realidad supera la ficción y me refiero a un ejemplo en el contexto internacional: el de la farmacéutica estadounidense Johnson and Johnson, una empresa muy poderosa que según un artículo en el The Guardian lucra con la medicina para la tuberculosis en Sudáfrica, que es la principal causa de muerte entre su población. A esta empresa se le acusa por el alto precio que ha estado cobrando por el medicamento contra la tuberculosis (bedaquilina), así como por extender su patente de 20 años, hasta 2027 para bloquear la entrada al país de genéricos más económicos.
El dolo y poca ética con la que funcionan muchas empresas de este tipo es sorprendente, tal vez por ello, cobra especial relevancia el caso de Phumeza Tisile, una luchadora quien sobrevivió al más agresivo tipo de tuberculosos y se convirtió en una activista que demanda que la medicina sea accesible en su país y lucha junto con otras organizaciones civiles para erradicar -en 2035- la enfermedad, “un sueño imposible porque no hay voluntad política para hacerlo, a las farmacéuticas no les gusta que las señalen en las redes sociales”, dice.
Una historia que sin duda resulta inspiradora.
Se que el tema de la salud está ligado al de la pobreza, el acceso a medicinas y a un servicio médico eficiente; sin embargo, el primer paso para cuidarla es hacer conciencia de que es lo más importante que tenemos y al igual que Phumeza, nos informemos en torno a nuestros derechos en esta materia para alzar la voz ante los atropellos de las grandes corporaciones.
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