Ser sustentable ya es un must y la competencia entre las grandes firmas quedó clara en el último Fashion Month.
Olvídense de las sneakers y el streetwear. La moda sostenible es la generadora de los looks más hot del momento.
Definitivamente, ser, o consumir una marca sostenible en el 2019 nos hace pertenecer al grupo de la gente cool. Aquellos que entienden qué está pasando en la moda y en el planeta. Si pensamos en todas las tendencias que surgieron del mes de la moda, entre Nueva York, Londres, Milán y París, lo que se destacó no fue ni una silueta ni un color. Hubo una palabra que sonó constantemente y tras la cual muchísimas marcas se alinearon: sustentabilidad. Tanto así que la palabra se empieza a diluir.
Las marcas hoy gastan mucha energía para ganar la carrera por la sustentabilidad, pero ¿debería ser esto una competencia?
Desde el desfile carbono neutral de Gabriela Hearst en Nueva York, hasta la iniciativa del British Fashion Council que presentó al Institute of Positive Fashion con el objetivo de crear una coalición que establezca estándares para las empresas ecológicas. Desde las luces solares que entregó Missoni durante su show en Milán, hasta los premios Green Carpet, celebrados en esa misma ciudad con el fin de promocionar “lo mejor de la moda sostenible“.
Gucci no solo organizó un desfile carbono neutral en Milán, sino que Kering, el grupo detrás de la marca, se comprometió a la neutralidad total del carbono en todas sus marcas y a reducir sus emisiones de gases en un 50% para el año 2025.
LVMH, el mayor rival de Kering que recientemente compró una participación en Stella McCartney, no se quiso quedar atrás y generó una conferencia de prensa para analizar el progreso de su programa LIFE, una programa de LVMH en pos del medio ambiente establecido en 2012.
Courrèges utilizó su desfile para hablar sobre su uso de un nuevo vinilo a base de algas que reduce el uso de plástico; Stella McCartney habló de la admirable historia y los logros de la marca en nylon reciclado, viscosa sostenible y suelas de zapatos biodegradables; Alexander McQueen recicló viejos cordones y tul de looks anteriores en su nueva colección.
En Dior la puesta en escena contaba con más de 100 árboles, todos los cuales estaban destinados a jardines comunitarios y los reflectores en el show de Saint Laurent estaban alimentados por biocombustibles.
Que gane el mejor
De repente no solo no se deja de hablar de sustentabilidad, sino que se convirtió en una carrera. Las marcas están cada vez más ansiosas por defender sus credenciales de sostenibilidad en un intento por atraer a los consumidores más jóvenes que dicen preocuparse profundamente por cómo y dónde se fabricó su ropa: el 42 por ciento de los millennials dice que quiere saber qué incluyen los productos y cómo se fabrican antes de comprar, según el informe anual de State of Fashion de McKinsey & Company.
Existe un gran potencial en el consumo de moda consciente, con retailers que crean espacios en las tiendas físicas y online dedicados a productos más ecológicos y sostenibles. Pero, a largo plazo, la tendencia genera una gran tensión entre la creciente conciencia y el consumo masivo que arruina al planeta y sus recursos, ¿pueden las marcas ser sostenibles y seguir creciendo al mismo tiempo? He aquí el oximorón de la cuestión.
A pesar de todo lo que se habla sobre sostenibilidad, la industria de la moda tiene que entender cómo resolver la tensión entre mejorar su huella medioambiental y lograr operar un negocio exitoso. En definitiva, vender más ropa, bolsos y zapatos requiere más recursos. Para ser verdaderamente sostenibles, las marcas pueden tener que considerar producir menos. Quizás esto sea parte de la razón por la cual el ritmo del progreso hacia la sostenibilidad se está desacelerando. Y, en última instancia, la forma en que esto se desarrolle dependerá de si los consumidores comienzan a votar con sus billeteras.
FUENTE: ELLE