La precampaña que tanto intentó el presidente Andrés Manuel López Obrador en adelantar ya llegó.
El mismo mandatario llevó a sus mañaneras a los aspirantes a sucederlo desde el año pasado.
Los mencionó. Los placeó. Los apuntaló. Hoy los confunde resaltando los buenos resultados y cualidades de su paisano, el secretario de Gobernación, López Hernández.
De hecho, esa presentación llevó al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard a lanzar su “auto destape” en un evento de la campaña local el fin de semana pasado en Hidalgo.
Y Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México lanza también sus eventos masivos y agita la matraca en pro del presidente con tal de que no caiga de su gracia.
Pero el detonador de la confrontación, el rechazo de la reforma energética, detonó el arranque de la precampaña presidencial protagonizada por todos: Morena y sus aliados, por un lado, y el PAN y sus aliados, por el otro, teniendo cada vez más alejado a Movimiento Ciudadano.
Incluso la alianza con el PT pende de un hilo, porque no están de acuerdo con la iniciativa de reforma electoral de Morena que les afectaría directamente a ellos al eliminar las plutinominales.
En Puebla, el panismo criticó y denunció hace días al presidente y se lanzó a defender a sus legisladores federales que votaron en contra de la reforma energética.
Y este miércoles, el líder del congreso de Puebla, Sergio Salomón Céspedes, apareció junto con sus aliados políticos para reprochar la postura de los panistas.
Es una precampaña adelantada que contaminará todos los procesos en los estados; no sólo los electorales, también los legislativos y administrativos.
Todo se lo deben a su manager AMLO.
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