Cultivar el espíritu para darnos la oportunidad de templar el alma o desbordarla con sonidos que deleiten y nos transporten hacia lugares y sensaciones personales, me parece, es uno de los objetivos de la música. Arte maravilloso que vive en los grandes compositores clásicos y contemporáneos. En la música como en la vida hay para todos los gustos. Los géneros musicales la clasifican para su estudio.
Y es en el estudio de este bello arte, que los niños de la banda de música Esperanza Azteca muestran a la sociedad que existen proyectos nobles, en lo que aún se pude creer como sociedad. El privilegio que tienen, se convierte en un derecho al escucharlos tocar. Su talento, los hace merecedores del reconocimiento. Con pocos años, ellos, ya nos dan una lección de vida: atreverse a cultivar sus dones. También nos lleva irremediablemente a reflexionar y aspirar a que todos los niños, en algún momento de su vida, tengan la misma oportunidad.
Hace unos días, por cierto, se llevó a cabo un concierto en el Museo de Arte San Pedro, que organizó la Secretaría de Cultura. En un recinto colmado, los padres, familiares y amigos, con rostros llenos de satisfacción compartían el orgullo de pertenencia, lo que les identifica y también edifica. En punto comenzó el programa y los niños interpretaron magistralmente la pieza de ópera Carmina Burana.
Los Carmina Burana, también conocido como Códex Buranus o los cánticos del monasterio de Beuern, son una colección de cantos goliardos de los siglos XII y XIII, reunidos en el manuscrito encontrado en Benediktbeuern, Alemania, en el siglo xix y que se hicieron conocidos por la cantata del mismo nombre.
Aunque existen otras versiones, la que más fama ha alcanzado de las que toman estos versos como base es la obra homónima de Carl Orff (1895-1982), un compositor alemán que puede ser enmarcado dentro de la corriente del neoclasicismo musical. Su versión, compuesta entre 1935 y 1936, fue presentada el 8 de junio de 1937 en la Alte Oper de Fráncfort del Meno.
Esta pieza, caló hasta lol más hondo los sentidos de todos los que estábamos presentes y sin duda, nos colmó de ese talento que los niños de Esperanza Azteca saben comunicar. En estos momentos, es cuando me agrada reconocer la importancia de que el sector privado fomente los valores a través del arte.
Por cierto, creo que fue uno de los primeros actos al que asistió el recién nombrado secretario de cultura, Enrique Glockner, quien tiene el reto de sacar adelante el proyecto cultural del gobierno del estado, ojalá la comunidad de artistas y escritores poblanos sean los más beneficiados.
A lo lejos, sentado en la primera fila, también observé al priista Guillermo Deloya Cobian, exfuncionario marinista y excandidato a la presidencia municipal en 2018. Indudablemente, había otros funcionarios actuales que se deleitaron con este bello concierto.
Acercar la cultura a todas las personas, no sólo a las clases altas como sucedía en la época en la que vivieron los grandes de la música clásica, sigue siendo un reto que poco a poco, con la demanda e interés de la comunidad cultural, tendrá que hacerse realidad. Por ahora agradezco a la vida, presenciar conciertos como el que los niños de Esperanza Azteca me hicieron vivir.
¡Felicidades a todos los pequeños de Esperanza Azteca! En ellos, ya se ha sembrado el hambre de crecer y de compartir. ¡En hora buena!
Comentarios: marumora222@gmail.com
Twitter: @marumora7
Te puede interesar: