El Partido Acción Nacional en Puebla es un partido caduco, rebasado por sus propios “momios” quienes detrás del telón siguen siendo los mecenas de campañas y candidatos que garanticen mantener los negocios familiares.
El PAN dejó hace mucho de ser oposición para anidar a la rancia militancia de mercaderes que van en busca del binomio de candidaturas-negocio.
Este partido es uno de los que más sigue alentando la misoginia y la violencia política de género, digamos que lo traen en su propio ADN.
La dirigencia estatal en manos de una mujer (Augusta Díaz de Rivera) está al servicio de un hombre (Eduardo Rivera Pérez) quien instruye y “aceita” los engranes de un partido carcomido por sus viejos estilos.
La reciente sanción al diputado Eduardo Alcántara por ejercer violencia y acoso de género en contra de una militante de este partido, expone sin duda los excesos de la política que no son exclusivos del panismo, claro que no, están en todos los partidos políticos que operan en Puebla.
Sin embargo, los panistas poblanos tan proclives a hablar de la familia, el derecho a la vida y el bien común, pretenden seguir vendiendo la falsa falacia de ser honorables políticos que están muy lejos de cometer excesos con las propias mujeres de su militancia.
La reacción tardía de Augusta Díaz de Rivera y su tibieza con la que se ha conducido confirma que ella es sólo el ama de llaves en un partido que sigue cooptado por el machismo azul de quienes deciden sobre militancias y candidaturas de género, en función de sacrificar a sus propias correligionarias cuando eso garantice el triunfo para alguno de los señores del panismo tradicional.
Muchas panistas ni siquiera se atreven a manifestar en público alguna inquietud política, aunque en lo oscurito se animen a decir: “Lalo dice que no voy”.
La simulación panista es un arte que se ejerce no sólo desde la dirigencia estatal, sino también desde la presidencia municipal poblana, donde también se arropa a violentadores de horca y cuchillo que están confinados a la “tramoya” para no ser visibles, total, no hace falta, mientras se lleven el jugoso pago del sueldo de la comuna.
Así como ellos, hay muchos más que desde las “franquicias azules” en los ayuntamientos de Puebla, arropan la violencia y acoso.
El PAN de nuestros días es un partido deslavado y con muchos vicios que son el orgullo de sus nepotismos y excesos, donde el control se da en función a familias y grupos cupulares que muy difícilmente dejarán de ser una derecha de simulaciones y una oposición quebrantada.
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