Lorena Pineda comparte con Revista ÚNICA los comentarios acerca de la novela «Desayuno en Tiffany´s» de Truman Capote
Por allá del 1958, año en que se ponía en órbita el primer satélite estadounidense, también se publicaría Desayuno en Tiffany´s, una de las primeras novelas escritas por Truman Capote, quien se considera el padre del non-fiction novel; misma obra que fue llevada a la pantalla grande e interpretada por la increíble actriz Audrey Hepburn.
Desayuno en Tiffany´s, sin duda alguna es una obra que a pesar de ser pequeña tiene un gran contenido de aventura, en donde el lector solo cuenta con dos pociones; la primera es identificarse con Miss Holly y la segunda, identificarse con nuestro joven escritor; quiénes son los personajes principales de la novela.
Esto llega casi como una identificación instantáneas de las cinco primeras páginas del libro.
Truman Capote hace un extraordinario trabajo sumergiéndonos dentro de la historia que narra a través de las páginas escritas y que en la forma en que se narra, nos permite entrar a la vida de los personajes por un lado del solitario y joven escritor que se encuentra en la búsqueda de un buen trabajo, quien se encuentra viviendo en el mismo edificio de apartamentos a un extravagante chica con lentes oscuros que le enseñará la gracia y los infortunios de una vida poco común, ella es Miss Holly Golightly.
Es una obra altamente recomendable para el desayuno de un domingo soleado, de esos en los que nos gusta utilizar gafas oscuras y salir a la calle sin que nuestros ojos permitan que las personas lean nuestra alma, tal como le sucedía a Miss Holly en el libro, aunque todos nosotros sepamos de antemano que las huellas que quedan marcadas por los senderos que caminamos nunca desaparecen, simplemente son cubiertas, por eso cuando llegamos a algún sitio en específico pudiéramos mentir y decir que nuestro lugar de origen se encuentra en otra dirección, sin embargo esas huellas en cualquier momento se descubren y nos encuentran.
Una gran lección que nos da el autor es desconfiar de aquellos que siempre traen gafas oscuras porque realmente se esfuerzan por ocultar no sólo su pasado, sino que incluso les da miedo el mostrarse a sí mismos; y a pesar de lo dicho, pueden ser las personas más sinceras que encontremos en nuestra vida, porque en una sociedad llena de máscaras puestas para cada ocasión, los lentes oscuros solo ocultan una fracción del espíritu.
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