Transcendente alma que en su ímpetu
busca cielos y mundos
como destellos y luces
angelicales como paradigmas
esotéricos ínsitos en la
disciplina de un dios omnisciente.
Pero mi alma salió humilde y breve
y en su sencillez hizo de grandeza
la pequeñez de las rendijas
con rostros sin la forma altiva
de inviolables divinos abstractos.
Por eso mi alma yace entre las piedras
entre los intersticios de las piedras
barruntada por aires filtrados
por las ínfimas bocas de las piedras.
Mi alma está coloreada por bóvedas
que enclaustran diminutas tinieblas
descritas por ficticias rendijas
pues son los ojos de las piedras.
Mi alma busca silencio de piedras
y en el vértigo de polvos distracción
para descubrir los mausoleos
sin la perfección diáfana aparente.
Amo por eso las piedras
porque recuerdan cóncavos abyectos
o disputas por la mejor chispa
cuando chocan fortunas
y admiro todo hueco
donde mis oraciones esconden
las túnicas que ponen secretos
rumores del espíritu
y del abecedario de las piedras
pronuncio llano el nombre de mi ser
descobijado de pretensiones
que no llevaré a la muerte indecisa
y las quiero si arrojo al firmamento
o al río de los orgullos que trazan fe
mis líneas de esos trenes sin salida
como ciudades sin calles
tiras con horizontes que regresan
cobijos que no tuve ni cantos
que no dijeron mi nombre
entre el calor de mitos y fobias
y tallo piedras para hacer cristales
porque no quieren la belleza
sino la línea del tiempo áspero
que absorbe la dureza de la creación
y en su castidad el cielo ve sombras
y la luna el reflejo de su alma
y el amor posesión del fuego
y la piedra su eterna juventud.
Ricardo Caballero de la Rosa.
Mi correo es ricardocaballerodelarosa@gmail.com