Vi el horizonte en ampliación
y suspirar para perderse una y otra vez
sobre la línea circular rematada.
Narré cada forma de sus hojas
tan blancas como universos
y tan universal en su blancura.
Acorralé cada núcleo en tierra
para hacerlo huir de sus abrojos
y cubrirse del tizne consagrado.
Levanté las piezas del aire
para encontrar de árboles talados
huesos corrompidos de barcazas.
Hurgué los costados del tiempo
pero los segundos me abandonaron
fieles a su legítima defensa.
Quedé tan vacío como el agua
que se busca para sanar las heridas
del camino y pintar su gloria.
Todo lo constaté y nunca encontré
nada parecido al don del agua triste
o del agua endulzada de lunas.
Fue cuando lloraste niña mía
fueron tus tibios hilos de sal
esos donde supuse casi bruno
eran de donde viene el agua
eran de donde el agua se hace nada
y eran de donde se nada entre agua.
Mi correo es ricardocaballerodelarosa@gmail.com