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Coca-Cola Flow Fest 2025, no solo es un festival de reguetón y te va a encantar

La última edición del Coca-Cola Flow Fest dejó algo muy claro: el festival ya no es solamente territorio del reguetón o del género urbano.

Este año, el Flow Fest se permitió mutar y sumar conversaciones musicales que antes parecían ajenas a su identidad, integrando con total naturalidad los corridos tumbados dentro de su narrativa sonora. Lejos de sentirse forzado, el cruce de géneros terminó por confirmar que la música urbana hoy es más una actitud que una etiqueta.

Ver en un mismo fin de semana a referentes históricos del reguetón y a exponentes clave de los nuevos movimientos mexicanos no solo amplía la audiencia, también diluye las fronteras entre públicos que antes parecían irreconciliables. El Flow Fest entendió que los géneros cambian, se mezclan y evolucionan, y decidió acompañar ese proceso en lugar de resistirse a él.

La noche del sábado quedó marcada por Don Omar, quien volvió a demostrar por qué es una de las figuras más influyentes de la historia del reguetón. Su show no fue un acto de nostalgia, fue una clase magistral de conexión entre generaciones.

Desde los primeros segundos, el público entró en sincronía con un artista que entiende el escenario como pocos, sin necesidad de artificios excesivos, con solo su presencia y un repertorio que atraviesa décadas.

Don Omar no cerró un escenario, cerró un capítulo completo del festival con autoridad, recordándole al público que muchas de las bases del género que hoy viven su etapa más comercial fueron cimentadas por artistas que cargaron este movimiento cuando aún no era una industria millonaria.

El domingo fue completamente distinto en energía y en estética, pero igual de contundente.

J Balvin volvió a México para cerrar el Flow Fest no solo con una producción impecable, sino con una celebración abierta de la cultura urbana en todas sus formas. Su escenario fue una fiesta multisensorial y también un punto de encuentro de generaciones y geografías del reguetón.

El colombiano invitó al escenario a varios colegas, entre los que destacaron Farruko, Jowell & Randy, demostrando que el cierre no sería un show individual, sino una comunión de estilos, épocas y voces.

Pero uno de los momentos más poderosos de la noche llegó cuando decidió rendir tributo al reguetón mexicano.

J Balvin detuvo el concierto para reconocer el crecimiento de la escena nacional y subió al escenario a El Bogueto, El Malilla, Yeri Mua y Uzielito Mix, quienes compartieron micrófono y escenario con él en un gesto que se sintió auténtico y poderoso.

No fue una cortesía simbólica, fue un reconocimiento frontal a una escena que cada vez tiene más peso en la conversación global.

Ese momento no fue solo un cameo, fue una declaración: México ya no es únicamente consumidor de reguetón, es creador de identidad dentro del género. Y que uno de los artistas más influyentes del mundo urbano dedicara unos minutos de su cierre a celebrarlo, lo volvió todavía más significativo.

Entre ambos cierres quedó claro el arco completo que hoy vive la música urbana. Don Omar representando la raíz, la historia, el origen, mientras J Balvin simboliza el presente globalizado, la estética pulida, la exportación cultural latinoamericana.

Y en medio de esos dos mundos, los corridos tumbados aparecieron como una declaración silenciosa pero potente: México ya no solo escucha música urbana, también la transforma.

El Coca-Cola Flow Fest ya no es solo el festival de reguetón de México, es un festival de cultura urbana en constante expansión. Y eso, más que un riesgo, es su mayor acierto.

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