En el zócalo de Santa Clara Huitziltepec hay un mural que simboliza más de lo que puede apreciarse a simple vista, en él resalta la mirada fija de una niña de piel morena que adorna su cabello con una pitahaya, fruta exótica que nace de una cactácea y que representa también los sueños de productores de la región, quienes han implementado un plan de negocios para que este fruto pueda ser exportado a otros países, gracias al apoyo de estudiantes de la BUAP del programa de Extensionismo Universitario.
Ubicado en la mixteca baja de Puebla y rodeada de imponentes cerros, Santa Clara Huitziltepec es una localidad donde casi el 80 por ciento de la población se dedica a la música, específicamente al mariachi; el resto son artesanos y productores en campos donde la tierra es seca casi todo el año, pero es justo esta característica la que permite que los cactus crezcan y ofrezcan hermosas flores que después se convertirán en dulces bocados, como la pitahaya con sus diferentes variantes, blanca, rosa y amarilla.
Al morder la “fruta más fashion del mundo”, como le llama Cristian Reyes Rojas, estudiante de la Licenciatura en Comercio Internacional de la BUAP y quien lidera al grupo de extensionistas universitarios, la pitahaya ofrece al gusto una sensación de frescura que invade, sus jugos llenan la boca, lo mismo que su dulzor y suavidad. Parece irónico que de una tierra tan árida pueda nacer esta fruta con gran cantidad de agua.
Cristian Reyes desborda entusiasmo, lo mismo platica con los productores de la región, que siembra un esqueje o escucha a sus compañeros con quienes ríe, planea y trabaja. Él asegura que la idea de impulsar la exportación de esta fruta nació de un proyecto escolar, pero que al investigar supieron del potencial que tiene para comercializarse en países como Japón, Portugal y Estados Unidos.