El Banco de México (Banxico) presentó en su Informe Trimestral de Inflación una revisión significativa a la baja en la expectativa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para 2025. La nueva proyección de 0.3%, frente al 0.6% estimado en agosto, se sitúa en el punto medio de un rango entre 0.1% y 0.5%. Este ajuste responde principalmente a la contracción registrada en el tercer trimestre del año, que evidenció un deterioro mayor en la actividad industrial y en la inversión.
La gobernadora Victoria Rodríguez Ceja subrayó que la economía mexicana enfrenta un entorno de debilidad interna y externa, donde la incertidumbre sobre la relación comercial con Estados Unidos y la próxima revisión del T-MEC añade presión a las perspectivas.
Aunque el panorama para 2025 es limitado, Banxico mantiene su expectativa de crecimiento en 1.1% para 2026. Este pronóstico refleja una posible recuperación gradual, sustentada en un repunte del consumo privado y una estabilización de la inversión hacia la segunda mitad del año. Sin embargo, la recuperación dependerá de factores externos como la renegociación del T-MEC y la evolución de la economía estadounidense.
La continuidad de un crecimiento bajo en 2025 implica que la base de comparación para 2026 será débil, lo que podría amplificar la percepción de mejora aunque el avance siga siendo modesto. En este sentido, el reto será transformar esa recuperación en un ciclo sostenido y no en un rebote coyuntural.
El ajuste en las expectativas de crecimiento tiene implicaciones directas sobre la política monetaria. Una economía debilitada tiende a moderar presiones inflacionarias por la vía de la demanda, pero Banxico advierte que los riesgos persisten en el frente externo: volatilidad cambiaria, precios de energéticos y tensiones geopolíticas.
La inflación, aunque en proceso de convergencia hacia el objetivo del 3%, podría enfrentar episodios de resistencia si los costos importados se mantienen elevados. En este contexto, Banxico deberá equilibrar su estrategia: mantener tasas de interés relativamente altas para consolidar la estabilidad de precios, pero sin ahogar aún más la actividad productiva.
El recorte en la proyección del PIB refuerza la idea de que la política monetaria seguirá siendo restrictiva en el corto plazo, con ajustes graduales conforme la inflación muestre señales claras de control.
La reducción del pronóstico de crecimiento a 0.3% para 2025 es un llamado de atención sobre la fragilidad de la economía mexicana. Aunque se espera una recuperación en 2026, el desafío será doble: impulsar la inversión y el crecimiento sostenido, mientras se mantiene la disciplina en inflación y tasas de interés. El equilibrio entre estabilidad macroeconómica y dinamismo productivo será la clave para evitar que la recuperación se convierta en un espejismo.
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