Cuando mis ojos callaron
la imaginación contempló
aquella silueta del ideal
proyectada contra la bóveda palatina
como por un soalzar determinante
contra nuestra patria celestial
Permanecía sentado con el caos
detrás de mí y un ascender
y descender escaleras encrespadas
de gente corriendo tras ese ideal
huido y que yo ya tenía cuajado
sobre el incensario
A la derecha la figura del anciano
que observaba la hilarante escena
entre gritos y señales
por los símbolos dejados caer
del desperdicio de ideales
o realizados o descritos recién
El ruido era como de mundo
y entre sus cargas la obcecación
que abría fuego desde las cabezas
aún sin estallar por el júbilo de lanzar
desde sus presencias latentes
los dardos del mejor ideal
Raíces como nubes célicas se abrían
en el firmamento nacarado
en espera de esos disparos
para llevarlos a los signos castrantes
donde renacen personas vacilantes
o mueren en vida semejantes
Espere a que se dibujara
la concatenación particular
en el universal del momento
y del presente que desdibujaba
los haberes pasados como espiguillas
luminosas inquebrantables y oscilantes
En el instante de la carrera ideal
abría los ojos y cerraba imparable
esa realidad obscena que me miraba
y cerraba cada ideal con la imagen
efectiva de la vida abriéndose vida
cual forma de inefable belleza
Como estatua el cuerpo yacía
y de las manos salía humo
del material incandescente del corazón
quemándose al entregar la vista
al cúmulo de estrépitos
frente al amueblado espacio
Giré y noté que caminaba
mientras el viejo aquél echaba
el brazo a la espalda y repetía
sin cesar ¡mira! cómo regala
su estampa y su imaginación
la naturaleza oculta del hombre
Desde entonces lo recuerdo
con interés del que ve por primera vez
esa tierra que aspiró de lleno
pero que ahora lleva incrustada
en los ideales exudados que tiemblan
donde retoñan los ideales
Mi correo es ricardocaballerodelarosa@gmail.com