A ver. El presidente Andrés Manuel López Obrador no está loco.
Para entenderlo hay que revisar su historia política, sus discursos, su cosmovisión.
Así entenderemos que simplemente piensa diferente.
Y en eso de pensar distinto a la normalidad, pues hallamos que le faltan algunas cualidades. Veamos:
Sensatez, no locuacidad.
Visión de país de futuro, no de pasado.
Vocación democrática, no convenenciera, autoritaria, centralista, dictatorial que demuestra al querer: a) Eliminar la autonomía de los organismos que la tenían. b) Imponer cinco años a un gobernador que fue electo por dos c) o querer aparecer en la boleta electoral en la próxima elección intermedia para echarle una mano a sus candidatos d) habilidad para hacer de Morena un partido y no un movimiento partido.
Buen oído para escuchar a todos pero sobre todo a los sensatos.
Quizá le falte gente sensata en el gabinete.
Le falta un poquito de conocimiento de micro y macro economía básica para entender por qué el PIB es el indicador por excelencia utilizado en el mundo para medir el crecimiento de los pueblos.
Quizá le falte el uso de otro idioma como por ejemplo… mmmm… inglés, para que pueda entender los tuits de Donald Trump.
También le haría falta un poco de diplomacia o conocimiento de las relaciones internacionales para entender por qué debería ir a las cumbres económicas y políticas mundiales –como hacen casi todos los presidentes del mundo.
Le falta sentido común para no pelearse con los medios de comunicación, cuyo papel es hacer crítica, estando él, Peña Nieto, Calderón o quien sea.
Le falta un poco de respeto a la autoridad, a la cual ha desafiado siempre -mandó al diablo a las instituciones-y le encanta ignorar las recomendaciones de la sana distancia y toda esa “monserga” recomendada por la OMS.
Le falta un poco de congruencia para impedir que los funcionarios de su gobierno tengan a sus parientes en la nómina de otras dependencias.
Es falto de coherencia para impedir que los familiares de su gabinete hagan negocios con el gobierno –léase Manuel Bartlett.
Es escasa su habilidad política de Estado para saber que no debe romper con los grupos empresariales como el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y la Coparmex porque más vale tener muchos aliados que adversarios para un gobierno que en un año y medio ha perdido más de 20 puntos de aprobación.
Quizá le falte al presidente sensibilidad para atender adecuadamente a las víctimas de feminicidios y no decir que la violencia doméstica no ha crecido en la pandemia y no ignorar las causas feministas.
Quizá le falte un poco de honestidad para reconocer que en su gobierno va de mal en peor la economía, la pandemia, la violencia, el crimen organizado y que se ha convertido en el patio trasero de Estados Unidos, y dejar de decir que tiene otros datos porque eso lo muestra poco reflexivo, evasivo, pues.
Le falta un poco de vergüenza al ser tan condescendiente –por decir lo menos- con el narco y la familia del Chapo Guzmán.
Adolece de un gabinete joven, vigoroso, moderno, que haya viajado, pues, para que no le haga hacer el ridículo con el chu chu del “Tren maya” grafiteado al que le dio el banderazo de salida en una gira que nunca debió realizar.
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