Por Jorge Parra
Llevamos días escuchando una discusión política internacional que ha recaído sobre decisiones comerciales que podrían modificar el más importante acuerdo comercial que tiene México, mejor conocido como TMEC (Tratado de México, Estados Unidos y Canadá) que vino a sustituir y renovar el TLCAN (Tratado de libre comercio de América del Norte. Todo esto dentro de un incierto marco político tras las últimas elecciones en los países de México y Estados Unidos.
Primero que nada, vamos a matizar el concepto de comercio internacional.
Cabe mencionar que dadas las circunstancias actuales tanto de población como de recursos naturales con los cuales se cuentan, ningún país es capaz de tener autosuficiencia absoluta, es decir, ninguna economía del mundo puede cerrase al cien por ciento al mercado internacional pues no tiene los suficientes recursos para producir a si mismo todos los bienes y servicios que utiliza su propia economía; es por ello que prácticamente es obligatoria la negociación con otras empresas y economías que no están dentro de su mismo territorio. Al avance acelerado de esto se le comenzó a conocer como “globalización” y tomo auge en los años noventa.
Para comprender la enorme trascendencia del TMEC para México, es importante mencionar que los Estados Unidos son el principal socio comercial que tenemos en nuestro país. A pesar de que México es el país del mundo con el mayor número de convenios y tratados en materia de comercio internacional, los más de dos mil kilómetros de franja fronteriza que tenemos con la economía número uno del mundo hace lo suyo.
Hablando de números cerrados, para la economía mexicana el negocio que genera el tener el TMEC representa aproximadamente un 30% de su producto interno bruto; es decir, el 30% de todo lo que se produce en México obtiene un beneficio por dicho tratado, lo cual involucra que el eliminarlo haría perder uno de cada tres pesos en la economía mexicana en su total.
Por otro lado, para la economía más poderosa del mundo, como son los Estados Unidos de América, el TMEC solo representa el 1% del total de su economía, es decir, no le afectaría prácticamente en nada eliminar la relación comercial con México.
En la última semana se ha especulado sobre las políticas proteccionistas que desea ejecutar el presidente norteamericano a modo de represalia por la carencia de control en políticas migratorias y de seguridad en México, mismas que generan afectación en el tejido social estadounidense; probablemente la medida más potente que pretende tomar es implementar un arancel del 25% sobre todos los bienes que importe Estados Unidos provenientes de México, es decir, todo lo que se consuma en aquel país y haya sido importado o adquirido de México costara un 25% más caro.
A la anterior medida se le considera proteccionista pues sirve en primera instancia para fortalecer el consumo de productos elaborados en su misma economía, además de desincentivar la adquisición de productos más caros provenientes de la economía donde fueron adquiridos, en este caso, la nuestra.
Algunas personas que carecen del conocimiento adecuado y hasta de la lógica, han comentado la posibilidad de colocar los productos mexicanos en otras economías, como si fuera algo muy sencillo de hacer.
En un breve análisis ante tan brillante aportación, solo mencionemos que trasladar mercancías de México a Estados Unidos involucra un proceso logístico más sencillo donde incluso cabe la transportación terrestre. No olvidemos que muchos productos son frutas y verduras, mismas que deben ser consumidos antes de cierta fecha y el tiempo que puedan ser exhibidos delimita su compra o no.
Los más entusiastas soñadores han optado por mencionar a China como el país más viable para mandar dichos productos, lo cual, naturalmente encarecería los productos por los costos de transportación y eliminaría la posibilidad de mandar perecederos por la razón que comentamos anteriormente.
Es sencillo, un boleto de vuelo en clase turista para una persona a mediados de enero teniendo como destino Washington tiene un costo promedio de $6,000.00 y el mismo boleto hacia Shanghái en la misma fecha tiene un costo de $29,000.00, esto nos dice mucho.
A resumidas cuentas, el bienestar nuestro, de nuestras familias y seres queridos si se vería ampliamente mermado durante varios años por una mala negociación de parte de nuestro Gobierno en turno, pues, no hay virtud en no tener la capacidad de sentarse a negociar algo que se cerró hace años y nos hace bien a todos.
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