Siente y escudriña la portentosa realidad y ensaliva sus dones que mecen el alma a mares corporales de irrealidad ¿describe o sueña?
Hay una constante trayectoria que busca de las cosas más que su sabor, más que sus lados opuestos, más que sus temples que se agrupan, sus nudillos amasando superficies y convirtiéndolas en asperezas o líneas suaves que cascabelean lo que vemos sin descifrarlas.
Hay un afán de hablar y editar en la memoria palabras y frases que crecen como libros e hipótesis.
Hay necesidad de grito, del estallar pulmones, la fe puesta en el sonido lanzado en silencio para que narre lo no vivido, los recuerdos fugados, las nubes por venir, las trayectorias de los astros por recorrer, el movimiento del absurdo, los ídolos que claman oración, los dioses que absorben la historia.
Pero hay una reminiscencia que agota toda curva: el sabor de tu cuerpo, disminuido al talento de tu lengua, recuperado en la voz que lame tu calor, en el instante en que la sal hace mares en mis ojos apagados y enterrados en las fibras extensas de esa tu piel selvática. ¡Visítanos cuerpo si aparece la sed de mundo y gloria!
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