Víctor Manuel Ávila Luna, de 28 años, tiene una parálisis cerebral que le afectó sus habilidades motoras, pero no su capacidad y tenacidad para conseguir las metas que se propone. Esta primavera 2019 concluyó con éxito su Licenciatura en Derecho en la BUAP, donde se propuso entrar en 2014 pese a que muchos le dijeron que nunca podría estudiar en la Universidad.
Es el segundo de cinco hermanos, pero fue el primero en su familia en concluir una carrera universitaria. Nació en la comunidad indígena de San Lucas Ahuatempan que pertenece al municipio de Huatlatlauca, ubicado en la región mixteca, en la zona centro del estado. Ahí la principal actividad económica es la agricultura y más de la tercera parte de la población es analfabeta.
En entrevista, Víctor Manuel recuerda que sus padres siempre trataron de integrarlo, lo llevaron al jardín de niños y cuando terminó intentaron inscribirlo en la primaria, donde se negaron a matricularlo. A partir de entonces no asistió más a la escuela hasta los 11 años.
La falta de interacción con otros niños de su edad y el aislamiento provocó que su estado de ánimo decayera. Preocupados por esta situación, sus padres consultaron a un médico, quien indicó que el padecimiento de Víctor Manuel era depresión y que era necesario inscribirlo a la escuela para que pudiera sociabilizar con niños y niñas de su edad.
“Recuerdo que siempre me sentía triste y lloraba mucho, a pesar de que mi papá me enseñaba a leer y escribir, utilizando un pedazo de cartón como pizarrón, a mí me hacía falta tener amigos, por eso mis papás decidieron mudarse a Puebla. Aquí inicié la primaria a los 11 años y a partir de entonces me seguí con la secundaria y preparatoria, la cual concluí con promedio de 9”, relata.
Al concluir su preparatoria, Víctor Manuel señala que su padre lo animó a seguir preparándose y aunque le decía que estudiara Medicina o Agronomía, la decisión de estudiar leyes era una idea que cada vez se arraigaba más en su pensamiento, muy a pesar de los múltiples comentarios que trataron de desalentarlo, con frases como “no vas a poder o nunca te harán caso”.
“La primera vez que escuché la palabra abogado fue en una conversación de adultos, era niño y no sabía lo que significaba, pero me gustó lo que decían y desde entonces siempre dije: ‘voy a ser abogado’. Después me propuse entrar a la BUAP, aunque como era bueno para las matemáticas, dudé por un tiempo en irme mejor a Físico Matemáticas, pero al final me decidí por Derecho. Siempre pensé que nunca me daría por vencido, mi meta era entrar a la Universidad”.
En 2014 Víctor Manuel hizo su examen para ingresar a la BUAP. Recuerda que en la Prueba de Aptitud Académica (PAA) sacó 573 puntos, lo que nuevamente le valió comentarios para que desistiera de su intento, pero Víctor realizó la segunda prueba y obtuvo 835 puntos, que en promedio le dieron la oportunidad de ingresar a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.
Orgullo BUAP
“Durante la carrera algunas cosas fueron difíciles y más al principio, me sentía extraño porque todo era diferente a la prepa, pero empecé a preguntarles a mis compañeros cómo se sentían y muchos estaban igual, eso me ayudó porque entendí que solo se trataba de un proceso de adaptación”.
Acudir a clases en la Facultad de Derecho siempre representó un reto, sobre todo por la cantidad de lecturas que tenía que realizar, ya que Víctor Manuel reconoce que no estaba acostumbrado a leer en ese volumen, sin embargo poco a poco se fue habituando.
“Siempre fui bueno para las matemáticas, pero no tanto para leer, era una costumbre que no tenía, pero que con el tiempo tuve que adquirir. Cuando me entregaron la primera antología de lecturas pensé que era mucho, a veces me desanimaba, pero sabía que ocupaba un lugar que otros querían, así que me propuse terminar, sin importar lo que me costara”.
Tras sus clases, Víctor Manuel tuvo una convivencia común con sus compañeros, quienes le compraban dulces para apoyarlo a continuar con sus estudios. “Con mis compañeros la relación fue cordial, muchos me animaron y me invitaban a convivir, a veces hasta a fiestas o bares me llevaron, así que también me divertí”, asegura entre risas.
En Primavera de 2019 Víctor Manuel concluyó su Licenciatura en Derecho con un promedio de 8.5. Su área de interés es el Derecho Público y Amparo, una rama que se encarga de regular las relaciones entre las personas o entidades privadas con los órganos que ostentan el poder público.
En su experiencia, advierte que las personas con alguna discapacidad no tienen una representación genuina en ninguno de los tres poderes de gobierno y eso es algo que, asegura, debe cambiar.
“A mí me gustaría darles voz en el Congreso, porque de verdad que no hay una verdadera representación, dicen que sí, pero no nos toman mucho en cuenta, por eso me gusta el Derecho Público, la defensa contra los posibles abusos de la autoridad”.
Víctor Manuel se siente orgulloso de este logro, al igual que sus padres y sus cuatro hermanos, a quienes sirvió de ejemplo. Los trámites para obtener su título están en curso, pues aunque le hubiera gustado hacer una tesis, advierte que por promedio obtendrá más rápido la cédula profesional que le permita trabajar en su área. Además, le gustaría estudiar una maestría para seguir demostrando que los resultados se logran con trabajo y por un propósito bien enfocado.
El sueño de Víctor de ser universitario y después abogado está más cerca que nunca, aún hay metas que alcanzar como viajar, conocer otras culturas y países, en especial España. Trabajar por un sector social al que pertenece y representarlos.
“Cuando veo a mi papá que se desanima por algún problema, siempre trato de apoyarlo y le digo: ‘Sí se puede. Siempre se puede’”.