Incompletos e inconformes de nuestra abstrusa naturaleza
varias veces al día renacemos bajo formas abruptas y empantanadas
e imaginamos en los hechos ser engendrados nuevamente
en un mejor mundo cuyo fondo incorruptible e insobornable
trace los términos de aquello que jamás pueda acallarse
los senderos donde pueda disentirse y cobijarse el espíritu.
Disparo de acontecer que mimetiza el ansia de renacer y vivir
un soliloquiar que se enreda con coloquios de infelicidad e incompletitud
entre contradicciones descubre la esperanza de amor
que se yergue como posibilidad de hacerse realidad de vivir
objetividad de atemperar encuentros y desencuentros
idoneidad de renombrar derredores y hacerse inédito ideal.
Esperanza que lejos de exornación y ostentación vanidosa
busca como flor el amor entornado en su esencia primitiva
y en la elongación de su espontaneidad vigente
la belleza que se torna existir reinante de tactos y soslayos
la contemplación de un rostro que se abre en su humanidad
la destreza de un observarse y amarse una vez y toda eternidad.
Esperanza de amor que borra toda manera anterior de nacer
para recrearse en el instante de recreación y dolor
y volverse renacimiento de pies a cabeza y espíritu.
Esperanza de amor que sustituye al ideal irreal o terrenal
por un obsequio de allanar del acontecer cotidiano los óbices
que recuerdan utopías y ficciones que nos recuerdan tiempos perdidos.
Esperanza de amor que nos hace vivir y renacer día con día
tal si antecedente de esencia divina que llevamos y desplegamos
como abrupto espontáneo de valor de acto inmanente de amor infinito.
Esperanza de amor que nos cruza como persona divina
que se ama y ama al mundo porque renace e idealiza mundos
que se mueven por escalas creadoras y voluptuosidades.
Vivida aceleración
multiplicas cosas y personas
y defines para todos esas formas certeras de una realidad
tan amada como amante que entran por sentimientos más altos
de esperanza de amor.
Mi correo es ricardocaballerodelarosa@gmail.com