La magia ha asombrado a la humanidad desde el principio de los tiempos, la idea del misticismo y el misterio, ha impulsado a civilizaciones enteras a tratar de descifrar su origen. Una de las evidencias más antiguas que se conservan sobre la existencia de este arte se remonta a un papiro del antiguo Egipto, donde se muestra como un tal Dedi dejó atónito al rey Keops logrando que un ganso volviera a la vida tras cortarle la cabeza.
Desde al año de 1953, cada 31 de enero, se celebra el día internacional del mago, una fecha emblemática que tiene la finalidad de celebrar a todos aquellos artistas que dedican su vida y su talento a mantener viva nuestra capacidad de asombro ante el arte de la magia y la fantasía.

El origen de esta festividad, es en honor a Juan Bosco el Santo Patrono de los Magos. Giovanni Melchiorre Bosco Occhiena, conocido como San Juan Bosco, nació en 1815 en la provincia de Castenuovo, Italia, fue un destacado sacerdote católico encargado de educar a niños y jóvenes utilizó trucos de magia para llamar su atención y atraerlos a la iglesia, con este mismo arte logró recolectar fondos para ayudar a los más pobres.
San Juan Bosco vivió su niñez y juventud en la pobreza, necesitado de ingresos económicos se vio obligado a aprender magia y malabarismo, además de otros oficios. Frecuentaba la feria de su pueblo, observando la mayor parte del tiempo a magos e intentando descubrir el origen de sus trucos, durante su formación como sacerdote afirmo estar seguro de poder predicar la palabra de Dios haciendo magia y malabarismo.
Muchos de sus trucos de magia, fueron interpretados como milagros por los fieles, entre esos trucos destacaba sacar de la boca de algún espectador doce bolitas rojas, transformar el agua en vino, multiplicar huevos de gallina, hacer que su varita mágica volara sobre sus manos, entre otros.

Su vida la dedico a las personas más pobres y necesitadas, fundó congregaciones y la orden tercera que continua hasta nuestros días. San Juan Bosco murió el 31 de enero de 1888 en Turín y en 1934 fue canonizado con el título de “Padre, Maestro y Amigo de los Jóvenes”.
A través de los años han existido formidables magos de los cuales destacan los siguientes:
Robert Houdin (1805 – 1871) ilusionista francés, es conocido como el padre de la magia moderna, aplicó la tecnología y mecánica de su época a sus juegos, uno de sus mayores aportes fue llevar la magia de la calle a los grandes teatros.

Harry Houdini (1874 – 1926) mago de origen húngaro, pero con residencia en Estados Unidos, cerrajero de profesión salto a la fama por sus excepcionales escapismos. El truco de meter al mago a una caja cerrada con cadenas y candados, para después aparecer liberado se ha convertido en un clásico.

Dai Vernon (1894 – 1992) canadiense de nacimiento, vivió la magia desde sus primeros años gracias a su padre, en la comunidad de los magos es conocido como “el profesor” y su mayor aportación es la magia de cartas.

Fu-Manchú (1904 – 1974) de origen británico procedía de una familia con una gran tradición mágica. Mezclo la magia clásica, el humor, grandes ilusiones y la música.

David Copperfield (1956) pionero de la magia moderna, impulsándola en el sentido comercial, profesor de magia en la Universidad de New York, de entre sus mayores actos está la desaparición de la Estatua de la Libertad, volar sobre el Gran Cañón y atravesar la Gran Muralla China, actualmente tiene su propio teatro en Las Vegas donde actúa permanentemente.

Existe la Federación Internacional de Magos (FISMI), que se integra por unos cincuenta mil magos de distintos países. Solo nos queda repetir las palabras mágicas ¡Abracadabra!, feliz día del mago.
Ricardo Rugerio