viernes, abril 19, 2024
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¿Los perfumes con feromonas aumentan la atracción sexual?

Los perfumes con feromonas son muy populares porque supuestamente mejoran el atractivo sexual de quien se rocía con ellos. “Aromas afrodisiacos que te hacen más deseable”, “estupenda estrategia de seducción que atrae al sexo masculino” o “una perfecta armonía entre sensaciones y olores que potencia el atractivo y la seducción de los hombres” son algunas de las frases que se emplean como reclamos publicitarios. Algunos de sus usuarios aseguran que les ayudan a ligar, mientras que otros no notan ningún efecto. ¿Sirven para algo o quienes experimentan algún cambio sucumben al poder de la sugestión?

Desde el punto de vista de la biología y la sexualidad, las preguntas clave son otras: ¿Qué son las feromonas?¿Cumplen las mismas funciones en los seres humanos que en el resto de las especies animales? Las feromonas son, según explica Carmen Agustín, neurobióloga de la Universidad de Valencia, “compuestos químicos que los animales liberan al exterior y producen en otros animales de la misma especie una reacción comportamental, hormonal o del desarrollo”. Un comportamiento que pueden inducir es la atracción sexual y un proceso hormonal que fomentan es la ovulación en las hembras.

Resultados de la investigación en animales

El equipo de investigación de Agustín y otros grupos han demostrado estos efectos en animales, pero en humanos aún no hay nada firme. La principal dificultad para desentrañar el papel de las feromonas en las personas radica en que estamos sujetos a un aprendizaje social desde que nacemos, que impide discernir claramente qué aspectos de la sexualidad son biológicos y cuáles son un producto de nuestra cultura.

Pero las investigaciones de esta neurobióloga confirman otra diferencia fundamental entre otras especies animales y nosotros: nuestro sentido del olfato -a través del cual se perciben las feromonas- es muy distinto al de los roedores.

La científica resume los resultados de sus experimentos: “Lo que hicimos para asegurarnos de que estábamos trabajando con feromonas fue criar a hembras de ratón en ausencia total de machos adultos. Aislamos a las hembras desde su nacimiento y, de esa manera, solo tenían contacto con su madre”. Cuando esas hembras vírgenes en el sentido literal de la palabra, pero también químicamente vírgenes, se hicieron adultas, los investigadores recogieron la viruta (el serrín de las cajas de animalarios) en el que vivían los machos, que contenía su orina, sus heces y las secreciones de su piel; “en definitiva, el olor de macho”. Al ponerse en contacto con esa viruta, “las hembras que nunca habían olido, ni visto, ni tenido contacto con un macho tenían preferencia por ese olor frente al de otras hembras”.

Otro equipo de científicos demostró que la feromona que producía esa atracción innata es una proteína que el ratón excreta en la orina.

Del ratón al hombre hay mucho trecho

Agustín recalca que estos experimentos no se pueden llevar a cabo en humanos porque “no se puede aislar a una persona para que nunca huela a un hombre o a una mujer; de hecho, ni siquiera lo pudimos hacer con machos de ratón porque para ello tendríamos que haberlos separado de sus madres antes de nacer”.

Por otro lado, está la cuestión insalvable de la biología y la evolución: “En ratones y otras especies de animales las feromonas se detectan con un sistema olfativo que nosotros hemos perdido”, expone Agustín. Eso significa que los humanos tenemos un solo sistema olfativo, mientras que los ratones tienen dos.

Ese segundo sistema consta de un saquito, llamado órgano vomeronasal -situado dentro de la nariz, encima del paladar- que actúa como bomba de succión de las feromonas. “Lo que hace la hembra de ratón es meter la cabeza en la orina o el trasero del ratón e introducir esas proteínas dentro de ese saquito, que va a dar a ese segundo sistema olfativo”. Las feromonas de ratón son moléculas pesadas que están en el suelo o en la piel del animal. “Para que nosotros podamos oler algo tiene que ser una molécula volátil, es decir, un compuesto pequeño que va por el aire”, concluye la experta.

Los humanos ‘confiamos’ más en la vista

Y, por último pero no menos importante, está el factor social o cultural. A este respecto, Agustín hace una matización: “Yo me inclino a pensar que, como el resto de los primates, somos muy visuales y los olores juegan un papel bastante secundario en la atracción sexual”.

Coincide con ella Jesús Rodríguez, director del Instituto Sexológico Murciano, para quien “la evidencia actual no es suficiente para hablar de la existencia de feromonas en el ser humano”. En este sentido, agrega que lo que nos resulta atractivo “está más influenciado por diversos factores culturales y morales, incluso por razón de género”. Lo biológico actúa “como un vestigio de nuestra condición de mamíferos, que todavía nos influye ligeramente a unos más que a otros”.

Que una persona nos resulte más atractiva que otra depende de una compleja interacción de un sinfín de factores, entre los que destacan:

  • La voz.
     
  • La simetría del rostro.
     
  • La forma de vestir.
     
  • El tono de la piel.
     
  • La estructura corporal.
     
  • Nuestras experiencias previas.
     

Tengo una colonia de feromonas. ¿Me la pongo?

A la vista de todo comentado hasta ahora y teniendo en cuenta que no se ha podido comprobar fehacientemente la existencia de feromonas en el ser humano, los perfumes que supuestamente las contienen solo servirían, según Rodríguez, “para obtener un beneficio económico”.

En todo caso, “el usuario final podría experimentar un estado de sugestión positivo que le ayude a superar ciertas inseguridades o que le aumente la confianza, y esto podría mejorar sus habilidades sociales en aras de atraer a otros individuos”.

Entonces, ¿cómo podemos mejorar nuestro ‘sex appeal’?

Si no podemos contar con ayudas externas para atraer a otras personas, tendremos que contar con las herramientas tradicionales y asumir que no hay recetas mágicas. “La apariencia física, en especial el rostro, sigue siendo nuestra principal tarjeta de presentación en las interacciones sociales y, por ende, nuestro mayor reclamo”, relata el sexólogo. No obstante, apunta que las últimas investigaciones “ponen de manifiesto que la clave reside en las características positivas asociadas a dicho rostro. No solo vale tener un rostro atractivo; también debemos ser atractivos por dentro”.

Fuente: Cuídate Plus

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