sábado, abril 20, 2024
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

OTROS ARTÍCULOS

Ciencias Químicas de la BUAP, pionera en farmacovigilancia

Los centros de Información de Medicamentos e Institucional de Farmacovigilancia buscan garantizar la prescripción segura de medicamentos y apoyar el conocimiento sobre las reacciones adversas.

Hace más de medio siglo, en 1968, la Organización Mundial de la Salud (OMS), con sede en Ginebra, Suiza, puso en marcha el Programa Internacional de Farmacovigilancia, (WHO Programme for International Drug Monitoring, PIDM), motivada por la noción de una posible asociación causal entre medicamentos y reacciones adversas que se pueden suscitar, como la comercialización en 1961 del fármaco talidomida que ocasionó el nacimiento de miles de niños con severas malformaciones de carácter irreversible. Una reacción adversa es cualquier reacción nociva, no intencionada, que aparece a dosis normalmente empleadas en el ser humano. Treinta años después, en 1998, México se integra a dicho programa y es en 1999 cuando se le considera miembro oficial, junto a otros 120 países del orbe.

Casi al mismo tiempo, la Facultad de Ciencias Químicas de la BUAP se convirtió en pionera de ese programa al crear el Centro de Información de Medicamentos (CIM) en septiembre de 1998, y un año después el Centro Institucional de Farmacovigilancia (CIFV), organismos que buscan garantizar el uso seguro de los medicamentos y apoyar a la OMS fomentando el conocimiento de las reacciones adversas medicamentosas. El servicio que se ofrece es una actividad de difusión y de vinculación de la Universidad con la sociedad, y un apoyo institucional para el Hospital Universitario de Puebla.

Asimismo, otra labor vital que ambos centros desarrollan es la de brindar información sobre cualquier tema de medicamentos, sin costo alguno, a estudiantes, investigadores, profesionales de la salud, derechohabientes y público en general.

El maestro José Morán Domínguez, coordinador de los dos centros, ubicados en el Área de la Salud de la Universidad, recuerda que, a finales de los años 90, el acceso a la información biomédica era muy reducido, por lo que la fundación del CIM y el CIFV surgió como una alternativa viable para proporcionar información referente al uso correcto de medicamentos.

“De esta forma fuimos creciendo, proporcionando información de las diferentes presentaciones comerciales de un medicamento, las reacciones adversas que se pueden presentar o la duración de un tratamiento. En el caso de los médicos, las posibles interacciones medicamentosas, actualidades en las terapias e incluso dónde se podría localizar un medicamento en el extranjero”, comenta.

Sin embargo, tras el boom de Internet generado hace varios años, mucha gente tuvo acceso a la información de medicamentos, aunque el exceso de datos, remarca Morán Domínguez, paradójicamente trajo como consecuencia la desinformación, ya que muchas veces el paciente lleva un “diagnóstico” personal al médico, y presiona para que le prescriban un medicamento que considera le servirá para su enfermedad.

“Esa es una de las partes donde nos toca participar; proporcionar la información más certera sobre la medicación, sobre las terapias, sobre la seguridad de los medicamentos, ya que todo medicamento tiene cierto riesgo en su utilización y por eso debe de ser utilizado bajo supervisión médica”, explica.

ÚLTIMOS ARTÍCULOS